La realidad nos hace aterrizar a nuestra simple condición, a nuestras pocas y limitadas facultades y nos deja sin más remedio que acudir a aquel asunto de la fe, la cual ,si bien útil y confortadora, a lo sumo también termina en una encrucijada de emociones al no saber hasta que punto confiar y donde empezar a actuar.
La realidad es esto que estamos viviendo, para pocos una verdad agradable y con la cual están satisfechos, para otros tantos, que hacemos mayoría, es el diario sinsabor de nuestra existencia.